Para no tentarme tanto, cada vez que entro a uno de estos lugares totalmente endiosados por mí -Barnes & Noble, Books & Books, Borders-, me voy derechiiiito al stand de revistas a sentirme como una niña que mira el arbolito lleno de regalos el 25 de diciembre. Ma-ra-vi-lla.
Leer con un café, en una sillita, sin pagar nada, un domingo por la tarde, es uno de mis planes preferidos en esta ciudad. Y bueno, ayer no aguanté y compré un libro -que encontré camino al stand de revistas- con la excusa de leerlo y luego venderlo por Amazon para recuperar la inversión. Vamos a ver si lo cumplo, ya les contaré.
Todos estos cuentos son para celebrar que finalmente estoy suscrita a The New Yorker por un año: así que me esperan 47 olorosas revistas. Sí, cuando aquí la gente tiene Ipad, Kindle, Nook... yo tengo mi suscripción (¡EN PAPEL!) que va a llegar al correo de verdaíta que tanto me gusta. ¿Tarde? Tarde no es. Por eso me siento con derecho a compartir el poema que sigue, una maravilla del gran Tennessee Williams, que me conmovió profundamente este martes por la tarde.

Hermosísimo poema Euli :)
ResponderEliminarTambién lograste conmoverme. te abrazo grande
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